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Gritos, insultos, ira, e incluso maltrato. Estas son algunas de las formas en que se manifiesta la agresividad de los niños y jóvenes adolescentes en la relación familiar. Y en especial hacia sus madres. Esta situación, aunque no se crea, es frecuente y puede generar preocupación, confusión y angustia en las familias. Aprende algunas estrategias para gestionar a los hijos agresivos con su madre.

¿Qué puede considerarse un comportamiento violento?

La agresividad puede darse en todos las edades, desde que los niños tienen pocos años hasta que ya son jóvenes adolescentes. Ahora bien, un niño no se vuelve agresivo y violento de un día para otro. La agresividad de tus hijos en la relación con su madre es un problema común en muchas familias que puede tener su causa en muchos factores. 

Las conductas agresivas en la relación filio parental

Hablamos de hijos agresivos con su madre cuando éstos traspasan con su comportamiento los límites de una relación normal. Así, el niño o adolescente no respeta la autoridad parental ni las normas establecidas. Al contrario, hay situaciones, diariamente, en las que su comportamiento deja de ser infantil para convertirse en violento. Hasta tal punto que a veces puede considerarse maltrato.

La agresividad de los adolescentes puede convertirse en un patrón en el día a día familiar si habitualmente consiguen beneficios con su conducta. Ahora bien, este comportamiento puede tener relación con situaciones de frustración o violencia en la que los propios jóvenes son las víctimas. En este caso, puede que tus hijos sufran realmente un trastorno mental, como depresión o ansiedad.

La ira no es lo mismo que la agresividad

Muchas familias relatan situaciones en las que sus hijos están plenos de ira. Sin embargo, es importante distinguir la ira de la agresividad y la violencia. La ira forma parte de las emociones y debes permitir que aflore en tus hijos en diversas situaciones. Tanto niños como adolescentes necesitan vivir distintas experiencias para aprender a reconocer lo que les gusta o no, o cómo se sienten.

La agresividad, por su parte, no se considera una emoción. Es un hábito aprendido (o copiado de otros, por ejemplo, en el ámbito familiar). La conducta agresiva debe entenderse como un trastorno de los adolescentes en relación al control de sus emociones ante distintas situaciones. Así que este comportamiento debe reconducirse. Y cuanto antes, mejor.

Las causas de la agresividad infantil

Responder a esto no es fácil. En general, la agresividad de los niños hacia su madre puede tener relación con muchos factores: frustración, ira, maltrato, incapacidad para expresar emociones o trastornos de salud mental acumulados desde hace años. Así que en realidad hace falta comprender la situación personal particular de cada niño. También hay que tener en cuenta su personalidad y su historia.

En muchos casos, la agresividad proviene de algún tipo de frustración, por ejemplo, la falta de atención parental. También puede responder a situaciones inconscientes y subconscientes, o aspectos físicos cambiantes habituales en el cuerpo de los niños. Está claro también que el cerebro y los sentimientos en la adolescencia trabajan a pleno rendimiento e inciden más en la relación filio parental. 

.En resumen, podemos establecer estas causas en relación a la agresividad infantil:

  • Factores sociales, como el entorno familiar y la relación filio parental, e incluso el estatus social.
  • Factores físicos, que se refieren a los cambios hormonales y cerebrales ligados a la adolescencia. También pueden incluirse aquí los trastornos hereditarios.
  • Los hábitos de vida. Está más que comprobada la relación entre una mala higiene de vida (falta de sueño, consumo de drogas, etc) y las conductas agresivas de los jóvenes. 

Estrategias para gestionar la agresividad de los niños a sus madres

Siempre hay una razón de por qué el adolescente tiene un comportamiento agresivo. Así que, como madre, tienes que intentar entender lo que le ocurre a tus hijos. También, ayudarles a reconocer sus emociones y a gestionarlas de forma sana. Aunque ya hemos visto que, en la práctica, tratarlos es todo un reto. Por eso, aquí tienes algunas estrategias útiles para gestionar estas situaciones de agresividad:

  • Una comunicación fluida y empática. Para saber por qué tus hijos son violentos contigo tienes que hablar con ellos. Escucha sus preocupaciones y temores. Debes responder a su frustración de forma empática para que el adolescente sea capaz de expresar sus emociones de manera natural y perciba que puedes ayudarle en cada situación.
  • Establecer límites y normas claras. Tus hijos deben saber que la autoridad eres tú, su madre. Y esto es así en todas las familias. Establece límites y normas claras en el hogar, y explica las consecuencias de conductas agresivas. Haz saber a tus hijos desde el primer día que no tolerarás ese comportamiento.
  • Enséñales técnicas para controlar su ira y frustración. Así podrán responder saludablemente ante cada problema. Por ejemplo, enséñales técnicas de respiración y relajación, contar hasta diez o alejarse de la situación cuando se sienta abrumado por ella. 
  • Como padres, mostrar ejemplo. Las familias son la principal fuente de aprendizaje para los niños. Así que tus conductas y comportamientos deben ser ejemplares en cualquier situación. No respondas a su agresividad con la misma moneda. Da buen ejemplo.
  • Promover hábitos y actividades saludables. Fomenta en tus hijos hábitos saludables, que mejoren su alimentación y descanso. Háblales de la incidencia negativa de las drogas. Anímalos a practicar deporte o alguna actividad artística,que son una forma de liberar la mente de las tensiones diarias.
  • Buscar ayuda profesional. Si la agresividad de tus hijos persiste, la solución, como madre, es la ayuda médica. Un terapeuta especialista en psicología infantil o familiar puede ayudar a identificar las causas de su comportamiento violento, y propondrá un plan de tratamiento adecuado.

 

En resumen, la gestión de los hijos agresivos con su madre no es fácil. Pero es posible abordarlo de manera efectiva con las estrategias adecuadas. Comunica con tus niños y escucha sus problemas, pero establece límites claros en su comportamiento. Fomenta en ellos hábitos saludables. Y por supuesto, sé un modelo ejemplar para los niños por tu conducta. ¡Paciencia, amor y dedicación!

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