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“Déjame en paz”, “no te soporto más”, “no tienes ni idea” … Si tienes hijos/as adolescentes seguro que estas frases te suenan. Los comentarios agresivos y las faltas de respeto hacia los padres y madres son muy comunes cuando nuestros niños/as llegan a la adolescencia, lo que no siempre es fácil de gestionar. Para que puedas afrontar esta etapa delicada y responder con calma a un comportamiento irrespetuoso, en Pixpay te vamos a dar algunos consejos para que sepas qué hacer cuando tu hijo/a adolescente te falta al respeto. ¡Sigue leyendo!

¿Por qué los adolescentes faltan al respeto a ciertos adultos?

Las faltas de respeto hacia los adultos durante la adolescencia son muy comunes, lo que no quiere decir que tengan que ser toleradas. Las frases inapropiadas y agresivas suelen estar dirigidas sobre todo a los padres y madres, que muchas veces tienen la impresión de ser el enemigo número uno de sus hijos sin saber por qué. Si este es tu caso, no te preocupes. Aunque a veces sea complicado de gestionar, esta conducta no tiene nada de excepcional. Aquí te explicamos por qué las faltas de respeto de los adolescentes están muy unidas a su nivel de madurez cerebral y a la búsqueda de ciertos límites: 

La adolescencia, una época de rebeldía

La adolescencia es una etapa de rebeldía contra todo lo que evoca la infancia. Unos años donde tu niño/a debe enfrentarse a una gran cantidad de cambios físicos, psicológicos, sociales y emocionales que le producen mucha inseguridad e irritabilidad.
Las broncas y los conflictos son muy comunes en las familias con adolescentes y, aunque no son agradables, forman parte de su formación como adulto. Sin embargo, esto no quiere decir que debamos aceptar las faltas de respeto de nuestros hijos adolescentes. La comunicación positiva y la calma serán esenciales para establecer relaciones sanas con tus hijos/as adolescentes.

La falta de madurez emocional 

Hay una explicación científica para la falta de madurez de los adolescentes. El córtex o corteza prefrontal del cerebro es la zona que ayuda a la reflexión previa a la acción. Esta zona se desarrolla al final de la adolescencia, mientras que su parte impulsiva lo hace antes. Esto quiere decir que los adolescentes tienen un cerebro fundamentalmente impulsivo. Por eso, si algo necesitan los adolescentes en esta etapa es que los adultos les enseñen a controlar su rabia y a hacer frente a su inseguridad con calma y empatía. Sin embargo, si sientes que no puedes responder adecuadamente al comportamiento de tus hijos/as, no dudes en acudir a un psicólogo o psicóloga, que podrá establecer una terapia o microsesiones de psicología o de neurofeedback, tanto para el adolescente como para los padres y madres.

Un cambio en la percepción de los adultos

Con el final de la infancia, los niños/as experimentan también un cambio en la visión de los adultos, sobre todo de los padres y madres. Es el comienzo del proceso de separación de los padres. La mirada admirativa deja paso a un cuestionamiento necesario para su construcción personal, que muchas veces no saben cómo expresar. A esto hay que añadir que los adolescentes empiezan a tener otros referentes (otros adultos, sus amigos…), lo que puede hacerles actuar con una conducta irrespetuosa hacia los padres. 

Una educación demasiado autoritaria o permisiva

Una de las consecuencias de una educación demasiado autoritaria es que los niños/as hayan sentido, desde pequeños, que no pueden expresar sus sentimientos y necesidades. Al contrario, los niños/as que hayan experimentado una educación demasiado permisiva, sin límites ni normas, pueden no soportar la frustración ni los límites impuestos en el momento de la adolescencia, y recurrir a las faltas de respeto para rebelarse contra sus padres y madres. Educarles con un estilo de educación abierto, prestando atención a sus necesidades y deseos y estableciendo límites claros y ajustados, no evita las faltas del respecto, pero sí que sean una conducta sistemática en la adolescencia.

Faltas de respeto continuas y conductas agresivas: adolescentes conflictivos

Como hemos dicho, la mayoría de los adolescentes contestan mal a sus padres de vez en cuando. Sin embargo, cuando estos comportamientos se vuelven cotidianos y están acompañados de conductas agresivas o de insultos, debes actuar de manera inmediata, ya que dicha conducta puede ocultar ciertos trastornos como la dislexia. Además, pueden tener consecuencias muy negativas sobre la vida de los adolescentes, ya que muchas veces las faltas de respeto empiezan en casa y luego se trasladan a la escuela o a sus relaciones sociales. Muchos adolescentes pasan de tener un comportamiento negativo a ser realmente conflictivos por muchas causas:

  • Problemas para controlar sus emociones, su frustración o su ira.
  • Trastornos de la personalidad que pueden hacer que tengan una conducta antisocial.
  • Dislexia, problemas de atención e incluso depresión.
  • Adicciones varias.
  • Problemas en el instituto, donde pueden ser víctimas de acoso.

En estos casos no hablamos de adolescentes desafiantes, sino de aquellos que son realmente conflictivos y que necesitan un seguimiento por parte de un psicólogo/a.  Algunas de las señales que deben llamar la atención de los padres son:

  • Un cambio de apariencia radical, como aumento o pérdida de peso o autolesiones.
  • Comportamiento muy rebelde, con discusiones continuas que acaba en violencia.
  • Cambios de humor extremos, más marcados de lo normal.
  • Experimentar con alcohol o drogas. En estos casos es importante darles información clara sobre las consecuencias de ciertas drogas. Puedes también consultar con un especialista para que haga una evaluación de la situación.
  • Influencia negativa de ciertas amistades que tengan un comportamiento negativo. Igualmente, es necesario actuar si los adolescentes pasan demasiado tiempo a solas.

En cualquier caso, debes consultar con los profesionales de la psicología, educadores o terapeutas para poder responder a esta situación de manera eficaz y adaptada a tu hijo/a. Ciertos trastornos, como la dislexia, pueden crear mucha frustración en los adolescentes y entrabar gravemente su educación y su comunicación. Los profesores y otros especialistas de la educación sabrán responder a tus dudas y ayudar a tus hijos/as a superar el problema. 

¿Qué hacer cuando mi hijo adolescente me falta al respeto?

Muchos padres acuden a un psicólogo o psicóloga con dudas y preocupaciones como “mi hijo/a adolescente me contesta mal, ¿qué hago?”, “¿por qué mi hijo/a adolescente me falta al respeto?”, “¿cómo puedo fomentar el respeto en los adolescentes?”. Ante estas cuestiones, la mayor parte de los profesionales de la psicología ponen en relieve la importancia de la comunicación. Suelen, además, dar una serie de consejos a los padres que no saben qué hacer cuando su hijo adolescente les falta al respeto:

Buscar los motivos de las faltas de respeto

No se trata de justificarlas, sino de encontrar su origen, ya que detrás de un mal comportamiento hay una persona que lo está pasando mal. En estos casos la comunicación es esencial para llegar al origen del problema.  

Mantén la calma y no le faltes al respeto



Responder con calma a una falta de respeto, sin incurrir al mismo tiempo en el mismo comportamiento no es fácil, pero demuestra una madurez y un control de la situación de cara a tus hijos/as. No debes dejarte llevar por el enfado: recuerda que tú sigues siendo el adulto y, por tanto, el encargado de que la situación no degenere. Si no eres capaz, lo mejor es marcharse y dejar la discusión para un momento más propicio. Muchos psicólogos y educadores llevan a cabo cursos orientados tanto a padres como a adolescentes, para que aprendan a mantener la calma, a establecer buenas conductas y a aprender habilidades de resolución de problemas en el día a día.  

Establece límites y consecuencias y ten un discurso positivo

Los niños/as adolescentes necesitan que los padres sepan establecer límites a ciertos comportamientos, ya que hay cosas que no son aceptables. Debes hablar con ellos desde el cariño, con un discurso positivo, para hacer que se sientan en confianza y que comprendan qué comportamientos son tolerados en casa y cuáles no.  Tienen que saber que su conducta tiene consecuencias y que hay normas que no se pueden saltar. Dichas normas deben ser:

  • Claras y adaptadas a sus años y a la situación familiar. Lo razonable es que un niño de 10 años tenga límites diferentes que un niño de 13 años o de 16 años. 
  • Evolutivas y relativamente flexibles, en función de su comportamiento y de su edad.
  • Deben asignarles responsabilidades que les puedan educar, permitiendo también que maduren y desarrollen su independencia.
  • Negociadas: puedes negociar los límites, dejando que tu hijo defienda sus argumentos y que razone su postura.
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