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El divorcio o la separación de una pareja siempre es una situación complicada, pero cuando hay hijos de por medio, el panorama puede ser aún más difícil de gestionar. Los niños/as y los adolescentes son los primeros en sentir las consecuencias de esta ruptura, y su reacción puede ser la de no querer ver a sus padres, por culparles de todo el sufrimiento que les causa el divorcio. En Pixpay queremos abordar este rechazo desde el punto de vista legal, pero también humano, para que sepas qué puedes hacer con un adolescente que no quiere ver a sus padres.

¿Por qué mi hijo/a no quiere verme? Razones del rechazo hacia uno o ambos progenitores

En un procedimiento de divorcio, no es difícil que los hijos menores, sobre todo si están en la adolescencia, expresen su rechazo hacia los padres. En cierto modo, les culpan de la ruptura de la relación y del malestar que eso genera en la familia y en ellos mismos. Al estrés emocional se suma, además, una situación legal complicada, que puede estar unida a una sentencia de custodia y a un régimen de visitas establecidos por un juez. Sin embargo, hay muchos motivos que pueden influir en esta situación:

El síndrome de alienación parental

Según el psiquiatra Richard Gardner,  el Síndrome de alienación parental (SAP) es “un comportamiento hostil provocado por un sentimiento de rechazo de los hijos hacia uno de los padres”. Dicho comportamiento está determinado por los comentarios negativos de uno de los progenitores con respecto al otro. Este “síndrome” no está reconocido clínicamente, pero en muchos procedimientos de divorcio, condiciona la actitud de los hijos hacia uno o de los progenitores, al que culpan de la separación. La comunicación es esencial en un momento tan complicado como puede ser un divorcio y los adultos deben controlar sus emociones para que los niños/as y adolescentes no sufran las consecuencias, sean cuales sean los motivos de la ruptura de la relación.

Rechazo de la nueva situación y estrés emocional

Un divorcio suele ser un tsunami en la vida de los menores, y los niños/as y adolescentes pueden tener muchas dificultades para aceptar la nueva situación que se origina tras la separación de los padres. Esta nueva situación puede estar condicionada por:

  • La ejecución de las nuevas reglas impuestas: la ejecución de la custodia, del régimen de visitas establecido en la sentencia de divorcio, de la pensión alimentaria u otra decisión judicial.
  • Cambio de domicilio: la modificación del lugar de residencia de los progenitores o de ellos mismos pone patas arriba el mundo que hasta ahora conocían los menores.
  • Cambios en su día a día: cercanía con el colegio o instituto, reglas diferentes en casa de los padres y de las madres (horarios, alimentos, atención, límites…)
  • La existencia de una nueva pareja de uno de los progenitores o un nuevo núcleo familiar en el que el menor no se sienta cómodo.

Esto puede provocar una reacción de rechazo hacia los adultos y hacia las nuevas circunstancias, que los menores pueden expresar por el incumplimiento de las reglas y límites fijados, e incluso por negarse a respetar el régimen de visitas y la sentencia de custodia establecida.

Además, el estrés emocional es una de las consecuencias del divorcio de los progenitores y puede provocar en los niños sentimientos de culpabilidad, tristeza o ansiedad. Esto hace que se apeguen más al progenitor del que se sienten más próximos y expresen rechazo hacia el otro. Este rechazo puede expresar también una relación que ya era deficiente antes de la separación. 

Comportamientos relacionados con la adolescencia y con su madurez emocional

En la mayoría de los casos, un adolescente no quiere ver a sus padres porque quiere estar con sus amigos, o puede que pase más tiempo encerrado en su habitación sin querer socializarse. Esta modificación en su comportamiento es propia de la adolescencia y no expresa forzosamente un rechazo hacia uno o ambos progenitores. Simplemente un deseo de emancipación. 
No olvides que la madurez emocional de un niño/a o adolescente no es la misma que la de los adultos, y que muchas veces expresan rechazo hacia los progenitores cuando, en realidad, lo que rechazan es una situación que no les gusta y que les resulta dolorosa.

Consideraciones jurídicas: custodia, régimen de visitas, pensión…

Antes de darte algunos consejos sobre qué hacer con un adolescente que no quiere ver a sus padres (o a uno de ellos) debes saber que, legalmente, un hijo/a no puede negarse a ver a sus padres si es menor, salvo si existe un motivo grave que lo justifique, ya que se tiene que llevar a ejecución lo estipulado en la sentencia de divorcio relativo a la custodia y al régimen de visitas.

¿A qué edad puede un hijo decidir no ver a sus padres?

En caso de divorcio, la regla general es que el menor de edad no puede negarse a ver a sus padres, salvo en situaciones excepcionales. Solo podrá hacerlo una vez que alcance la mayoría edad, es decir, al cumplir los 18 años.  Dependiendo de la edad del menor, la decisión que puede tomar la justicia en el caso de que un niño/a o adolescente no quiera ver a sus padres (o a uno de ellos) puede ser diferente:

    • Niños/as menores de 10 años: en la mayoría de los casos, se considera que un menor de 10 años que se niega a ver a uno de sus progenitores es por manipulación del otro, salvo por una causa grave que justifique su negativa.
    • Niños/as y adolescentes entre 10 y 14 años: si es menor de 12 años, pero tiene madurez suficiente para expresar su deseo, será oído por el juez. A partir de los 12 años, el juez escuchará los motivos por los que no quiere ver a su padre o madre. En ambos casos, se realizará una valoración judicial en presencia, únicamente, del juez y del fiscal.
  • Adolescentes mayores de 14 años: a partir de esta edad, el juez considera que la voluntad y deseo del menor debe ser tenida en cuenta. No obstante, a cualquier edad del menor, será el juez quien decida sobre la negativa del hijo a ver a uno de sus progenitores.
  • Hijos/as mayores de 18 años: a partir de la mayoría de edad, los hijos podrán tomar la decisión de ver o no ver a sus progenitores, pero respetando sus deberes con los padres.

¿Cuándo los padres o madres pueden perder el derecho a ver a los hijos/as?

La sentencia de divorcio dictamina, en la mayoría de los casos, una nueva organización de la familia, fijando la custodia y los derechos de visita

  • La guarda y custodia se refiere a la convivencia diaria con los hijos. En caso de divorcio, puede ser exclusiva de un progenitor o compartida por los dos.  Sin bien hay causas por las que se puede perder la custodia, esto no implica necesariamente la pérdida del derecho a ver a un hijo. 
  • Derecho de visitas: los padres o madres que no tienen la custodia también tienen el derecho de estar en contacto con sus hijos/as y tenerlos en su compañía. Estos derechos se establecen por decisión judicial en el procedimiento de divorcio. Así, las visitas a un hijo/a, más que un derecho, son un deber que tiene que cumplir el progenitor que no tenga la custodia. Tiene la obligación de procurarles los alimentos y otros bienes básicos, cuidarlos, visitarlos y velar por su adecuado desarrollo. 

Sin embargo, un juez puede privar de este derecho-deber cuando considere que, por el comportamiento del adulto, se esté poniendo en peligro el interés y la protección del menor. Así, los padres y madres pueden perder el derecho a ver a sus hijos/as por razones que pongan en peligro su integridad y adecuado desarrollo. Si tienes alguna pregunta sobre el tema, no dudes en ponerte en contacto con un abogado especializado en familia.

¿Qué hacer si tu adolescente no quiere verte o si no quiere ver al otro progenitor?

Antes de recurrir a la vía judicial o de consultar con un abogado, los padres tienen que establecer una comunicación fluida entre ellos y con su adolescente. Comunicar mediante abogados no es un buen ejemplo, por lo que abordar el problema de manera madura y serena es el primer paso. Antes de tomar ninguna medida superior, lo mejor es sentarse a hablar.

  • Escuchar las razones del niño/a o adolescente: escucha los motivos por los que vuestros hijos/as no quieren veros. Puede que haya alguna situación complicada o incómoda para ellos/as. Deben sentirse escuchados y en total confianza para poder hablar. Si lo necesitáis, antes de recurrir a un abogado, podéis consultar con un psicólogo o un mediador familiar.
  • Hablar con sinceridad y respeto: debéis explicar a vuestros hijos la nueva situación y que, en ningún caso, les vais a dejar de querer y de cuidar. Establece una comunicación positiva y sin reproches, sin entrar en tecnicismos legales.
  • Buscar alternativas: si el niño/a necesita tiempo, podéis pensar en alternativas de acuerdo común y consultar una modificación del régimen de vista o de custodia con vuestros abogados para ver si es factible. Lo que debe primar en todo caso es el bienestar del menor.

Si la comunicación entre la pareja no es posible, la mejor solución es recurrir a los abogados, que podrán intentar nuevas soluciones. Sin embargo, las consecuencias de un divorcio pueden amplificarse en los hijos/as cuando la actitud de los padres y madres es negativa. Además, el incumplimiento de la sentencia de divorcio, de la ejecución de la custodia, del régimen de visitas o de la pensión puede ser sancionado judicialmente.

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